Chile/Elecciones/2005

Hoy, en Reportajes de El Mercurio, aparece una entrevista a Tomás Hirsch.
Mientras la leía, me sorprendió que Hirsch ya no me pareciera tan perdido en el tiempo como en el debate. Sus argumentos tenían coherencia, y era un discurso moderado.
Eso, hasta que llegué a una de las últimas preguntas, en la que Hirsch responde "Cuba es un país democrático".

Hasta ahí llegó la simpatía, y empezó la terrible inconsecuencia. ¿Cómo puede ser que alguien que peleó contra la dictadura, esté de acuerdo con que en Cuba no haya elecciones, exista un dictador hace muuuchos años y se encarcele a las personas con opiniones políticas diferentes? ¿Le parece democrático que las personas no puedan salir del país nunca? ¿Le parece democrático que el gobierno tenga informantes en cada barrio que reportan a los vecinos que hablan mal del régimen? ¿Se maravilla con lo democrático que resulta que los cubanos nunca puedan votar en elecciones reales?
¿No le sonará eso más parecido a Chile durante los setentas y ochentas?
La respuesta de Hirsch sería: no, cómo se le ocurre, si Cuba es una verdadera democracia, donde todos se están muriendo de hambre por igual, donde todos no pueden elegir a sus representantes por igual, donde todos los que piensan distinto se van a la misma cárcel, donde todos los que quieren salir del país están igualmente obligados a quedarse...